VIVIR LA PASCUA CON JESÚS


Hoy, 20 de abril, celebramos la Pascua de Resurrección. El tiempo de Cuaresma ha llegado a su fin, y nos encontramos en la celebración más importante para la fe cristiana: la victoria de Cristo sobre la muerte.
Iniciamos este camino cuaresmal con la imposición de las cenizas, que nos recuerda nuestra fragilidad humana y nuestra condición de pecadores, pero con un objetivo claro: ¿hacia dónde quiero ir y cuál es el propósito que debo trabajar durante este recorrido?
Jesús nos guía durante la Cuaresma
El Señor nos acompañó semana a semana y, cada domingo, nos condujo con amor y misericordia para mostrarnos nuestra propia debilidad. Nos reveló las tentaciones del poder, el prestigio y el placer que pueden aparecer en nuestro camino, pero también nos dio herramientas espirituales para superarlas: la oración, la escucha de su Palabra y la fidelidad a Él.
Nos mostró su gloria en la Transfiguración, un anticipo del cielo, y nos hizo entender que el camino hacia la gloria pasa necesariamente por la cruz. No se puede vivir un cristianismo sin cruz.
Nos enseñó que no somos dioses para juzgar a nadie, y que las desgracias no son castigos por pecados mayores. Al contrario, nos llamó a la conversión para no perecer de la misma forma.
El rostro misericordioso de Dios
A través de la parábola del Hijo Pródigo y del encuentro con la mujer adúltera, Jesús nos reveló el Rostro Misericordioso del Padre, que nos ama por encima de nuestros errores. Su misericordia nos abraza sin condiciones, nos devuelve la dignidad y nos invita a vivir una vida nueva.
Quien ha caminado con atención estos 40 días, hoy puede entrar con Jesús a Jerusalén, proclamándolo Rey y Mesías, para vivir con Él el Misterio Pascual.
¿Qué es el Triduo Pascual?
El Triduo Pascual es el corazón de la Semana Santa y abarca desde la tarde del Jueves Santo hasta la tarde del Domingo de Pascua. Son tres días que no se viven por separado: forman una sola unidad de sentido, fe y liturgia.
Jueves Santo: El mandamiento del amor
Antes de su Pasión, Jesús dijo: «¡Ardientemente he deseado cenar esta Pascua con vosotros!» (Lc 22,15). Llegó la hora de la verdad. Durante la Última Cena, el Maestro sorprendió a todos lavando los pies a sus discípulos (Jn 13, 1-14). Nos enseñó que el servicio debe estar por encima de cualquier pretensión humana.
Esa noche instituyó el Sacramento de la Eucaristía (Lc 22, 19-20) y el Sacramento del Orden Sacerdotal. Dejó su Cuerpo y su Sangre como alimento espiritual. San Pablo lo recordará en su carta a los Corintios (1Co 11, 23-26), recordándonos que cada comunión es un memorial vivo.
En el Huerto de los Olivos, Jesús oró mientras sus discípulos dormían (Mt 26, 36-45). Nos enseñó que la oración en los momentos críticos es esencial, y que dormir espiritualmente es desconfiar del amor de Dios.
Viernes Santo: La pasión del amor
Desde su arresto, Jesús comenzó a vivir el ayuno, la soledad y el abandono. Uno lo traiciona, otro lo niega, todos huyen. Fue juzgado falsamente, azotado y condenado. Cargó con nuestra cruz, con nuestros pecados, por puro amor.
En el Gólgota, crucificado entre ladrones, pidió perdón para sus verdugos. Se preocupó por su madre y le encomendó al discípulo amado (Lc 2, 35). Conmovió a uno de los malhechores, que terminó por ser el primer santo, y le prometió el Paraíso ese mismo día (Lc 23, 39-43).
Sus últimas palabras: “Todo está cumplido” (Jn 19, 30) y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46), marcan el cumplimiento perfecto de la misión del Padre.
Sábado Santo: El silencio que espera la luz
Su cuerpo fue colocado en un sepulcro nuevo. El silencio invade todo. Es el día del duelo, del ayuno, del misterio. Morimos con Él para resucitar con Él. La Iglesia espera en oración y en silencio.
En la Vigilia Pascual, se bendice el fuego, el Cirio Pascual (símbolo de Cristo Resucitado), se canta el Pregón Pascual, se proclama la Palabra, se renuevan las promesas bautismales y se celebra la Eucaristía. Todo en esta noche nos habla de vida nueva, de resurrección, de triunfo.
Domingo de Pascua: Cristo ha resucitado
Hoy proclamamos con alegría que Cristo ha resucitado verdaderamente, y con Él también nosotros. El Aleluya y el Gloria, que fueron silenciados en la Cuaresma, suenan con fuerza y llenan nuestros corazones de gozo.
Con su Resurrección, Jesús inaugura una nueva creación, una nueva humanidad redimida. Pero esta fiesta no puede terminar hoy.
Cómo vivir la Pascua todo el tiempo: Anunciar a Cristo Resucitado cada día
A veces, después de tanta preparación en Cuaresma, parece que todo culmina en la Vigilia Pascual. Muchos cristianos se quedan en el Viernes Santo, detenidos en la cruz, sin avanzar al domingo de Resurrección.
Pero la Pascua no es solo una fecha. Es un estilo de vida.
Vivir la Pascua todo el año implica:
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Proclamar con gozo que Cristo vive.
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Renovar nuestras promesas bautismales con acciones concretas.
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Ser testigos de esperanza en un mundo que vive en sombras.
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Amar, servir, perdonar, y anunciar la Buena Noticia con palabras y obras.
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Celebrar cada Eucaristía como un encuentro real con el Resucitado.
No podemos quedarnos callados. La resurrección de Cristo es el centro de nuestra fe, y debe marcar cada día de nuestra vida.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Hoy celebramos que la vida ha vencido a la muerte, que el amor ha vencido al pecado. No dejes que la Pascua sea solo un evento litúrgico. Haz de ella un modo de vivir.
Cristo ha resucitado. ¡Anúncialo con tu vida!
Redactado por: Prof. Jesús Manuel Dugarte
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